Fumo mucho.
Bebo mucho.
No hago el amor tanto como quisiera,
ni follo lo que debiera.
Callo más de lo que digo,
aunque a veces digo lo que debería callar.
Sigo esperándote en las calles,
en mis manos,
en mi boca.
Sonrío mucho.
Hablo más.
Me desagrada mucha gente.
No sé disimular,
tampoco es que quiera.
Hago daño a quien no se lo merece.
Espero que llegue el porvenir.
Pero espero que vengas con él.
Y entonces, de repente, me doy de bruces con la realidad. Una buena hostia, digamos.
Porque sé que yo tengo que cambiar y que tú no vas a venir.
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NO HAY NADA QUE PERDER, TODO NACE Y MUERE
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