05 septiembre, 2007

Alas de mariposa

Cuando me acuerdo sin querer (que el acordarse no es voluntario) siento nacer en el vientre mariposas que me ascienden hasta el pecho. Sé que son mariposas porque me hacen cosquillas con las alas.

Y cuando me parece que las voy a liberar gritándoselas al viento el grito se ahoga y sólo suspiro.

Vuelven entonces las mariposas al sitio donde nacen y permanecen allí hasta que el tiempo las mata. Algunas mueren pronto, otras puede que no mueran nunca.

Y me ocupo, en vano, de hacer banalidades que me evadan aunque ya no sienta. Y el presente no existe ahora: solo hay pasado y solo, tal vez, futuro.

Evito el silencio que me permite escuchar mis pensamientos porque tengo miedo de ellos. Porque tengo miedo de la verdad, miedo de bajarme de la nube, miedo de poner los pies en el suelo y ahogarme cuando llueva.
De que nunca deje de llover...

Y me da igual si las lágrimas no me dejan ver el sol ni las estrellas, porque no hay sol que me caliente ni estrellas que me hagan soñar en momentos como este, en silencio...